Piel Frontera

Un hombre habitado sale de cacería cuando emergen las figuras del mundo. Un hombre desierto deja que su piel le haga preguntas. Entre ellos no hay silencio, hay sí relojes de arena en la voz y el eco de ser niño, hijo, padre. Hay humo desdoblando los días donde los hombres se esfuman y se afirman al mismo tiempo. Hay otros, que en los mares lácteos del insomnio emiten señales como si fueran puertos, faros, una posibilidad de arribo. La palabra salva las formas del antipaisaje, de eso y de beber en la sequía, sabe un poeta. Pablo Pesco desenfunda visiones allí donde impera el vacío, donde no hay nada que mirar y sin embargo aparecen las sombras de las cosas: la camisa, el espejo, el cuenco de tus ojos, el camino y los pies ligeros que desafían la
suspensiva línea donde las fronteras se empeñan.


Andrea Iriart Urruty


Un hombre desierto
desconoce su lengua
se escarba a sí mismo
sin pausa
habita la frontera de su carne
Se ahoga
en la costumbre
del espejo

 

 

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Memoria del deseo
caballo ciego
cae con la noche
cae sin miedo,
en picada a la sangre
cae y sabe que lo llena la muerte
cae sin culpa
cae:
no hay otra forma de ser
Caen todos los libros
donde no hay un solo hombre
porque no entra
jamás entraría
el profundo
vértigo
de
la
caída

 

 

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Bajo un pañuelo
dormida
la palabra gato
La acaricio
como puedo acariciar un nombre
uno cualquiera
de plástico
El nombre de las cosas pesan
en la garganta
soplan en el ojo cicatrices
Puedo acariciarte
puedo
la mano blanca
aeropuerta
tarde rabiosa en avenidas
que cruzan tu espalda
No quiero preguntas
no me llenan
un agujero picante llueve
por los rincones
Yo mastico
el pozo de los días

 

 

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Te dejé las velas en la mesa
con un encendedor
hacía mucho no te dejaba nada
hoy se cortó la luz
hoy miré los tapones, abrí la puerta,
me di la cabeza contra el tiempo
me corté la ceja y mandé todo al carajo
Pero antes te dejé el par de velas
cerré y me subí a la bici
mascando piedra
disfrazado de mí hasta la nuca
con la noche pidiéndome los papeles
¡pero si voy en bici!
Ya es de noche
la luz de las velas
iluminan tu contorno
Yo estoy de niño
tocando tu cintura


A Ana   

 

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Afuera flaco
masticaste el mundo
sentado en un cordón
crudo


¿Dónde meciste tus años?

 

Un dedo fuera de la tabla
colando al precipicio
abierto abierto
hueso desnudo
y la fiebre
un plenario de nervios y tendones
atorando el territorio


Tus manos
aturdidas en vagones
buscaron un renglón
donde dormir


El agua arrodillada del camino
te besó el hueco
y te fuiste aleteando
buscaste clavos,
martillo
hiciste la escalera
flaco
para bajarte


Al flaco Guillermo

                

 

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¿Quién es el hombre
en su soledad?

 

Un gorrión
desde la cuerda de la noche
lo ve deshojarse
hacer un canto rasgado
con su sombra

 

¿Qué alcohol trepa
a ese hombre?

 

Busca una luna para partir
enroscarse en una palabra
que lo cobije

 

Pero está solo

 

Las palabras resbalan
por el palo de sus ojos
sin pudor

se desvisten de él

 

¿En qué punto se encontrará?

 

No hay recuerdos
solo solo
solo desnucado
solo blanco
no tiene respiro

 

Apaga una lluvia
de palabras sordas
y se duerme
la vida
en su pecho

La mujer en el colectivo
sonríe
mete su mano
dentro mío
sonríe y con su otra mano
guarda
tiras de
esperanza
“Un puerto en este mar”
la frase se levanta
toca el botón
y baja en plaza Flores
Al fondo el sol
derrite a carcajadas
el burlete
de todas las ventanas
que caen al mismo tiempo
y borran de un plumazo
las miradas sentenciosas
de las viejas

 

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Dejar de fumar
dejar el alcohol
los sabores
las pilas
dejarme espantado en el espejo
dejarme colgado del colectivo
dejarme roto en un taller
dejar mis ojos en tu mano
dejarme ir
Dejarme perdido
en todos los caminos
de la piel

 

 

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Hay que cruzar la avenida
llueva o no llueva
duelan o no los huesos
subir al bondi
bancarse el sabor agrio
nadando los ojos de la mañana
y bajarse
Si la cabeza no para
que sea atropellada
bajo el semáforo
aplastada en medio de la calle
mirando el cielo
Si la cabeza para hay que bajar a las manos
y enmanarse
sentir el aire soplar
leve
entre los dedos
hojas botones diarios caños
¿Cuánto tiempo se puede estar en cada yema?
El tiempo es la costumbre
de respirar
palabras que no salen
Pero eso no te importa, porque estas en los dedos
y bajo la autopista te besa
una sombra
¿Dónde te fuiste ahora?
Ya estás trepando de nuevo a la cabeza
no señor
estás harto de hablarte con palabras atropelladas

y vas a la panza
calentito
y ya vienen los nervios
soplando agujeros
(nacer te rompió una costilla)
No te pierdas
volvé
todo te gira
el semáforo grita fuego
a una fila de ruedas que te miran
vos nadas en la punta de un sueño enroscado
pero te despiertan los segundos
con sus tambores
Un tren de gritos descarrila
y borra tu contorno
Querés volver al cuerpo
pero esta disuelto
el nervio se desangra en el cordón
No hay nada que mirar
Circulen

 

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Un líquido en tu cintura reza el tango
brotado de recuerdos truncos
espacio dulce de la despedida
muerte dulce
silencio
de filo dulce


En el pecho de esa derrota
hacés una casa
abrís la puerta
salís a buscarte
tiras las gotas contra los cordones
al medio de los huesos
y vas a encontrarte afuera


¿Hasta cuándo?
si te estirás de violín contra las piernas
se te enrosca el corazón,
se enrollan tus manos


En la punta del ojo
dobla el círculo
y te ves despedirte
desde otra orilla

 

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Alberto vuelve del trabajo
vuelve y se pregunta
él se pregunta y la pregunta lo abraza
no lo deja


Las manos de filos dulces
arañan en su cabeza
una roca
que no se deshace


Alberto vuelve de alberto
sobre un puente lanza
gritos circulares que
explotan en pájaros


Buelve Alverto
cerrado a la muerte


En el pecho guarda
un patio, una higuera
en guardapolvos cruzó
un río de miedos


No entiende por qué
las personas juegan a destrozarse
y se destroza


Su dar es humilde
como el pan el trabajo
las manos las horas


Al fondo milonguean
los placeres

 


Fotografía de soledad viñuela